41 horas de horror

Hace unos días tomé el ascensor (soy hombre de mundo y me gusta viajar), y venía ocupado, por el vecino de arriba que en su interior se iba fumando un cigarrillo. Qué majo. Otro día, hace menos de esto, bajamos mi mujer y yo en el ascensor / descensor y al entrar olía regular, por lo que salí fuera, hiperventilé un poco como cuando voy a bucear a pulmón, tomé todo el aire que pude, y me metí dentro para llegar hasta la planta baja sin respirar aquel hedor infame. Pero Alba tuvo que soltar la siguiente perla: "aquí huele a pedo de vieja que se ha comido un huevo duro". Empecé a reírme y me chupé todo el gas que llenaba el camarín.

No sé la pena de muerte, pero ambos autores de tales abominaciones merecerían un castigo como este:

Ahora he colocado en el ascensor / descensor este cartel: