Acerca de París

A mediados de mes pasé el fin de semana en París con Koke, uno de tantos. Una de las cosas bonitas de vivir en Bruselas es que puedes llegar a París en dos horas y media por la autopista, o en hora y cuarto en el tren de alta velocidad.

Solemos alojarnos en un hotel del Boulevard Saint Germain, o a veces en otro más sencillo del Barrio Latino. Este último lo recomiendo por varias razones; es barato, está recién reformado, está a escasos trescientos metros de Nôtre Dame (por poner un ejemplo de hasta qué extremo es céntrico), tiene un parking muy barato y vigilado a cincuenta metros, y, por sorprendente que parezca, es tranquilo y silencioso por la noche.

Se llama “Saint Severin”, y si alguien va a ir a París y quiere los datos puede pedírmelos a
fernandocelaya@gmail.com


Vale unos 120 lerus por noche (dos personas), eso es baratísimo en el centro de París.

Cada dos o tres meses pasamos un finde en esa ciudad, y la actividad fundamental que realizamos es pasear por sus calles y disfrutar de la sensación de estar allí. Bueno, Koke también va de tiendas.

Creo que el lugar más romántico que conozco es la Fuente de Medicis, en el Parque de Luxemburgo, pero en el mes de Noviembre, con el manto de hojas rojas en el suelo y sobre el agua, y con los árboles languideciendo en tonos ocre y amarillo. No es una fuente esplendorosa ni fastuosa, es más bien un arroyo recóndito, un rincón perdido al que solo van algunos parisinos a leer.

Pero cualquier época es buena para visitar la ciudad de la luz.

Suelo decir que el centro de mundo –tal vez del Universo- está en la plaza de Saint Germain des Prés, entre la iglesia del mismo nombre y el café “Des Deux Magots”.

Son sólo impresiones sobre la ciudad, no cabría aquí una relación de lugares interesantes de visitar, pero señalaré uno, el “Marais”, el barrio judío. Es una zona que no suelen frecuentar los turistas, y es divertida e interesante. En particular los domingos, cuando abren las tiendas (el sabath todo está cerrado). Una comida en el Jo Goldemberg y un paseo por el barrio pueden sorprender a cualquiera, incluso podéis encontraros, a pocos metros de una sinagoga, en un escaparate, y en venta, el gato de Edith Piaf… disecado. Comerciantes pentamilenarios, qué duda cabe.

Las terrazas y brasseries tienen un sabor especial, sentarse a tomar un café o una cerveza y ver a la gente, y ser visto, hace percatarse del raudal de vida animosa que fluye a todas horas.

Es una ciudad idónea para ir solo, o acompañado, para conocerse, o para encontrarse, e incluso, para reencontrarse. A mí me han ocurrido allí las cinco cosas.

Fer

Sobre perder a un amigo.

Es siempre algo triste. La realidad es que los humanos somos propensos a dejar fluir sentimientos hacia nuestros semejantes, y sensibles ante sus reacciones. Tanto más sensibles cuanto mayor es nuestro afecto.

Hay, bajo mi punto de vista, dos maneras de perder a un amigo; porque las circunstancias lo separen de ti, o porque deje de serlo.

Lo segundo me ha ocurrido pocas veces en la vida, tal vez sólo una, y cabe preguntarse si se trataba de amistad realmente, o si era otra cosa lo que acercaba aquella persona a mí.

El otro caso, perder de vista a un amigo porque se va, es algo a lo que tendré que enfrentarme este verano. Él no lo sabe y probablemente no se lo diré, o tal vez sí, pero la idea de no verlo cada día, de no reírme con él a todas horas, es algo que me amedrenta. Me asusta pensar que sólo volveré a verle ocasionalmente si voy a Madrid, que ya no será mi binomio, que ya no seremos esa especie de Martes y Trece o Cruz y Raya que somos.

Me ha ayudado tanto, le debo tantos favores, me ha hecho reír tanto, se ha reído tanto de mis paridas, que no puedo imaginarme ir al trabajo y que él no esté en su despacho, que otro usurpe su silla, que falte en el café de la mañana o durante la comida.

Obviamente no lo perderé como amigo, pero eso no es un gran consuelo, porque no podré estar con él, de la misma manera que un ser querido fallece y se le sigue amando... pero se le ha perdido.

Ha llegado a preocuparme la forma en que le diré adiós el día que se vaya, pues hay dos cosas que nunca he sabido contener con habilidad; la risa y el llanto.

En este tipo de situaciones me gustaría que “Lumen Dei” existiera de verdad y ocupase mi lugar para actuar como hace cuando escribe en los foros, para no estar "a oscuras" ante el amigo que se pierde de vista.

Tal vez contrate a un extra para que se despida por mí, o acaso secuestre a Tomás y lo oculte en un zulo.

Este mensaje podría perfectamente catalogarse como “mariconada”, pero esto es, al fin y al cabo, un blog, un diario personal, o sea, una mariconada. Y no, no es una expresión despectiva ni homófoba.

Fer

Estopa y yo.

Esta conversación tuvo lugar a finales de los años 90’s del pasado siglo, cuando yo era comandante de la Guardia de Capitanía General de Barcelona, y David Muñoz era camarero del bar de mandos de dicho acuartelamiento.

Ahora yo me dedico a la diplomacia, y él a la música.

- A susórdene, aquí et-tá er cortado que me ha pedido.
- Hola David, ¿no le habrás escupido?
- Ut-té siempre con sus parida, por sierto, le tengo que dejá que ehcuche una cuña qué grabáo con mi hermano.
- ¿Del tipo de música que tocas cuando hemos estado alguna vez de juerga?
- Sí, cosa asín, de lo que a mí me va..
- David, hazme caso, déjate de calorradas y si quieres ganarte la vida con eso metete en la música disco, que es la que mola y la que mueve el negocio.

La “cuña” en cuestión no era otra cosa que la maqueta de “El de en medio de los Chichos” (1.500.000 copias legales vendidas), y David el vocal de “Estopa”.

No cabe duda de que soy un cazatalentos
.

Refugio en la Francia profunda

El fin de semana pasado ha sido largo, en Bélgica fue fiesta el lunes, y Koke* y yo fuimos a pasar unos días al Valle del Loira, en la Francia profunda, yo viví allí un tiempo por razones de trabajo y es una zona en la que nos gusta mucho estar.

Hay castillos de los siglos XII al XVII que pueden visitarse, y que tienen una particularidad de la que adolecen los otros castillos famosos del curso alto del Loira (Chambord, Chenonceau, Cheverny, etc...), y es que en ellos vive la familia propietaria. Brissac, Serrant, Montgeoffroy, Le Plessis-Bourré, y algunos otros, conservan todo su mobiliario, ajuar, y demás artículos de la vida cotidiana de cuando fueron construidos, son como una especie de máquina del tiempo en la que podemos analizar las costumbres, usos y formas de vida de hace varios siglos, con algo de polilla en algunos casos, y con la posibilidad de cruzarse con sus habitantes por los corredores o salas. Y aprender historia con los cuadros y tapices de hechos y personajes, y con las explicaciones que dan los guías. Si no se sabe francés hay en todos ellos guías de papel en otros idiomas.

Nuestro centro de operaciones de esa región es Angers, hermosa capital del Anjou, zona en la que pueden catarse y comprarse excelentes vinos a buen precio directamente al productor con sólo parar en los “domaines” en los que se elaboran. En el centro de esta ciudad hay un pequeño hotel muy bonito, antiguo monasterio del siglo XVI, “Hotel du Mail”, en el que el alojamiento es barato (50 Euros/noche dos personas) y se puede aparcar el coche dentro del patio. Todo es muy antiguo, hasta la escalera de madera tiene varios siglos. Se organizan muchos mercados en las calles de la ciudad a base de productos típicos de la zona, antigüedades y otras cosas, creo que sería un plácido sitio para vivir.

Desde Angers se puede acceder en un par de horas a lugares como Saint-Malo -la ciudad de los piratas-, al célebre Mont Saint Michel, y a muchos otros enclaves del Valle del Loira, la Normandía y la Bretaña, a través de hermosas campiñas de exuberante verdor, sobre todo en esta época del año en que en la zona atlántica estalla la lujuriosa apoteosis de la primavera con colorido espectacular.

Es una visita recomendable para pasar varios días, en particular para españoles que vivan más arriba del Ebro, pues el viaje no llega a las 10 horas desde Barcelona, Zaragoza o Bilbao.

* Koke es mi mujer.

Fer