Es lo que tienen los barcos pequeños, que además de manejables y maniobreros, puedes hacer con ellos lo que quieras, casi hasta piruetas:
¡Todo a babor!
Piruetas de lo más complicadas, e incluso si la tripulación está bien entrenada, por pequeño que sea el esquife soportan en pie con estoicismo sin caer al suelo ni al mar sobre su diminuta cubierta:
¡Todo a estribor!
Pulsando sobre esta segunda maniobra observaremos con más detalle a los aguerridos tripulantes impertérritos, ajenos a los envites con que la mar procelosa zarandea su navío.
Moraleja: para echarse a la mar, mejor en un barco de más de cien mil toneladas, que de marearse y echar la pota siempre hay tiempo.