Este cuadro de Gustave Courbet, titulado "El taller del pintor" ("L'Atelier du peintre" en su idioma original), llama la atención por dos detalles singulares; por una parte la gran cantidad de espectadores y acompañantes con que cuenta el artista en su taller mientras hace su trabajo; pero por otra muy digna de destacar, la escasa... bueno, la nula relación entre el motivo artístico que está retocando y acabando, con la modelo que supuestamente esta ahí para inspirarle.
El estilo de Courbet, de inspiración española y con Velázquez como referente, en realidad muestra las muchas facetas durante los años de su obra como pintor en ese óleo gigantesco que hoy está en el Louvre. Es en cierto modo "Las Meninas" de Courbet.
Pero esa modelo que se muestra con menos pudor ante el pintor y sus acompañantes que en su propia intimidad según los usos de la época, y que obviamente no es necesaria para retocar un paisaje, es muy indicativa de cómo el arte se destaca para catalizar actitudes y costumbres entre los humanos y su percepción del mundo y de la vida.
