El factor oscilante en la inteligencia emocional

Con frecuencia se hace referencia a lo que se viene en denominar "inteligencia emocional", siendo así que no existe, a diferencia del CI para la inteligencia (genéricamente hablando) sin más, un baremo para medir dicha característica, sino libros a espuertas y opiniones a miríadas sobre esa peculiaridad que se atribuye a los humanos, y que se tiende a disociar claramente del coeficiente intelectual, para cuyo cálculo sí existen métodos más o menos eficientes y objetivos.

Pero lo que más podría llamarnos la atención es un detalle clave que parece pasarnos por alto cada vez que abordamos el asunto de la "inteligencia emocional", y es el hecho de que, como tal –emocional-, ha de estar necesariamente supeditada a oscilaciones, de modo y forma que no siempre tendremos la misma -en cantidad o coeficiente si, llegado el caso, se pudiere medir-, ni su esencia será igual. Pues son muchas las emociones que nos sacuden a diario en el devenir de nuestro tránsito por este valle de lágrimas que es la vida. O por este paraíso de placer, gozo y desenfreno, según el caso.

Una amiga me dijo en cierta ocasión que, bajo su punto de vista, esa particularidad no se refiere tanto al control de los estímulos, sentimientos, emociones... cuanto a la capacidad y habilidad de discernir de qué tipo es cada uno de ellos, esto es, no tanto que seamos dueños de nuestra emotividad, sino capaces de discernir qué cosa estamos sintiendo y en qué grado.

De igual forma que la madre siente un amor hacia su hijo que es distinto del que siente hacia su hermano, de igual modo que, ante una misma situación que nos perjudica en el orden que sea, sentimos mayor o menor indignación en cada momento y/o circunstancias, y lo atribuimos a factores exógenos que nos hacer percibir y/o reaccionar de manera diferente.

No es así el coeficiente intelectual, que, en general, ni fluctúa, ni sube, ni baja ni cambia, y nos acompaña en su grado y nivel durante toda la reencarnación sin sufrir grandes -ni pequeñas- oscilaciones.

Echo pues a faltar el estudio de ese elemento que acompaña la tan de moda inteligencia emocional: su posibilidad de ser algo oscilante en función a las situaciones internas y externas que operen en nuestra psique.

Fer

4 comentarios:

  1. Pues sí que me he reído con lo del "Coeficiente Emocional", para qué te voy a engañar.

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  2. Odiseo IC el Plasta dijo:
    > mi mejor amigo me dijo: "[...]
    > Creo que tienes habilidad para
    > hacer reir con esto a la gente".
    > [...] Ojalá y me dure mucho
    > tiempo esa habilidad, que en
    > otros contexto se me reconoce
    > desde hace años.

    No olvides recordarnos cuándo cuentas un chiste, no sea que nos riamos.

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  3. Sí, señor, Lumen, contra corriente y con dos PIIIIII. Tal como hablamos, a mí me da que todo esto de la "inteligencia emocional" (nótense las comillas) tiene bastante o mucho de rollo macabeo.

    En un caso hipotético extremo de un hombre entre monos (abandonando las fantasías de Mowgli y Tarzán) y en unas determinadas condiciones a concretar, probablemente cualquiera de los monos conseguiría adaptarse mejor y tener, en cierto modo, más éxito. ¿Quién tendría mayor inteligencia emocional, el hombre o cualquiera de los monos? Probablemente, según muchos de los que defienden estas teorías, serían los monos los más "emocionalmente inteligentes".

    El ejemplo anterior se podría extrapolar a otros casos de sistemas sociales, aunque fuesen menos radicales.

    Así pues, la inteligencia emocional parece tener unas cuantas maneras de oscilar.

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  4. Dije en referencia a la sosez de Odiseo99:
    > No olvides recordarnos cuándo
    > cuentas un chiste, no sea que
    > nos riamos.

    quise decir:
    No olvides recordarnos cuándo
    cuentas un chiste, no sea que
    NO nos riamos.

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