Querencia por la telefonía

Mi nenita de diecisiete meses no dudó en colocarse la corona del roscón de Reyes para ejercer su reinado entre la casa y todos sus parientes. No sé si habrá una niña más mimada que la mía en este ramal de la galaxia.


Su inquietud por las conversaciones telefónicas le viene ya de largo, pero ahora que cuenta con aparatos adaptados a sus necesidades, está en contacto permanente con... vaya usté a saber quién, porque a veces hasta se ríe en sus conversaciones.


Si un aparato no es suficiente, no duda en descolgar otro para mantener dos conversaciones de manera simultánea, como puede verse.

Y se ríe, vaaaya si se ríe. Sólo ella sabe a quién llama o quien la llama, porque aún no entendemos su idioma, y encima lo habla tan deprisa que nos va a costar lo nuestro. Pero hela ahí, despiporrándose de risa con alguna picardía que estará compartiendo... ¿tal vez con seres de otros mundos o dimensiones?


Y por último y si es necesario, nuestro rorro sabe también poner ojitos de perrito pachón y de buena; para no irse a dormir aún, para que no parezca que ha roto algo, para que le hagas -aún más- casito, para que le dejes hacer algo que no es oportuno... en fin: su habilidad para el chantaje emocional, como se desprende de su expresión en esa foto, es de manual de especialista.
Fer

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