Mi primer coche; la invención del comunismo

Luego hablan de Hamilton y de mi tocayo Alonso, pero lo cierto es que yo tuve coche a una edad muy tierna, tanto es así que ni motor se atrevieron a colocarle, que a pedales tenía yo que subir las empinadas cuestas de mi pueblo.
Los primeros días después de que alguna deidad misteriosa -creo que los Presidentes de la República Mentalistas de Occidente, o algo así- me regalase altruistamente el vehículo de la foto, uno de mis amigos me pidió conducirlo, y ya sabemos que los niños, recién recibido un presente, somos remisos a compartirlo.
Era Valentín, y me advirtió que si no le dejaba mi coche, él no me dejaría su pelota. Así descubrí que existían diferentes tipos de pelotas, pues, en principio, no podía entender que comparase el imponente deportivo que podéis ver con una bola de goma hinchada de aire.
Más de cerca me percaté de que su bola era muy grande, pesaba mucho, olía muy bien, como a piel, y tenía una curiosas costuras que conformaban figuras geométricas... ¡Valentín tenían un balón de reglamento!, ahí es nada; dos juguetes poco usuales en la Navarra profunda de los sesenta's.
Así pues, yo chuté fuerte contra los cristales, y él condujo rápido por las bajadas, e inventamos el comunismo. Luego cuentan historias de rusos, judíos, alemanes; que si Marx, que si Lenin... ¡leches!, el comunismo colectivista lo inventamos Valentín y yo.

Mi primer globo; cosas efímeras

En realidad no sé si ese de la foto sería el primer globo que tuve, y supongo que no, pero sí es el primer globo con el que aparezco fotografiado, y hasta me recuerdo jugando con él aquella tarde, allá por los sesenta's del pasado siglo, cuando nadie sabía que Elvis Presley sería dotado de una nueva identidad por la DEA y ocultado de la vida pública, cuando Minoru Yamasaki aún no había diseñado las torres gemelas del World Trade Center de Manhattan, y por tanto no cabía imaginar cual sería su fin.

Es gracioso, yo jugaba con un globito, y ni siquiera existía el proyecto para edificar el símbolo de nuestra civilización, del que hace ya más de un lustro que no quedan ni los cimientos, y mientras tantas otras personas seguimos jugando con todo tipo de cosas. Es curioso lo efímeras que pueden resultar cosas monumentales, hercúleas; y cómo en cambio cosas tan insignificantes como un niño jugando con un globo, puede sobrevivirlas.

En realidad son las personas y los recuerdos los que sobreviven, son por tanto más poderosos e indelebles que los objetos materiales, que pese a su apariencia, son efímeros como los globos de los niños. Quiero acabar esta entrada mandándole un besito en los morritos al Coloso de Rodas, no sé qué me lo ha hecho recordar.

Peace of mind

To choose one’s victim, to prepare one’s plains minutely, to stake an impeccable vengeance...

...and then to go to bed, there is nothing sweeter in the world.




Matilda

El delicioso ratpen... eeeh, perrito de raza carlino que muerde mi dedo en la foto de arriba, es Matilda, la nueva miembro de la familia Pedrosa, que hemos acudido hoy a buscar, acompañando a su nuevos padres, a la localidad aragonesa de Rajoy... no perdón, Fraga; en la provincia de Zaragoza (creo, o puede que sea Huesca).

La perrita ha hecho las delicias de Koke, pues le encantan los bichines y la ha mimado, sobado y besado hasta la saciedad. Koke llama "pititi" a los perritos de reducidas dimensiones, a todos en general, por lo que durante la comida todos le llamábamos así. La verdad es que muerde fuerte la joía, aunque se ha portado muy bien durante los casi doscientos km de viaje de vuelta a Barcelona.
Aquí puede verse a los orgullosos progenitores en el momento de serles entregado su greml... rtjem, su deliciosa perrita Matilda, que forma ya parte de nuestra tribu, y esperamos que ponga saludables y descomunales ñordos para admiración de todo el vecindario.

Bienvenida pues, Matilda.

El tío Fer

Sensaciones asturianas

Hemos pasado la primera semana de septiembre en Asturias, en la casa que mi amigo Manuel (Marqués del Villar de Huergo, primera foto) tiene en un pueblecito del concejo de Nava. Es un antiguo lagar –donde se hacía la sidra-, muy bonito y acogedor (segunda foto), ubicado en mitad de la espesura agreste y profunda, con unas vistas increíbles desde todas partes, y donde de noche sólo se ven las estrellas y no se oye absolutamente nada. De hecho, la gente de ciudad creo que lo pasa reguleramente en sitios así.
La foto de Koke está tomada desde la casa, y la última, en que aparecemos Rubén, Manuel y yo, también. Ello puede dar una idea de lo tranquilo, silvestre y frondoso del entorno. Hemos pasado unos días muy placenteros las tres parejitas.

La noche que llegamos, nos recibió en la carretera un mapache, que caminó delante de mi coche bastantes metros. Hay que decir que desde Nava hasta el pueblecito la carretera de unos seis km. no es mucho más ancha que el coche, llena de curvas y engullida literalmente por la vegetación. Koke me hizo parar y se bajó para llamar ar mapashito, que se subió a un montículo y no se marchó, pero tampoco vino.

Por las mañanas, la madre de Marigel, esposa de Manuel y amiga nuestra, nos traía tortas de maíz recién hechas y aún calientes, de maíz cultivado en casa, por cierto, allí todas las casas tienen grandes fincas anejas.

Como siempre que vamos a Asturias hemos visitado lugares bonitos y pintorescos, pero me quedo con la paz de estos días, y con la felicidad de compartir buenos ratos con buenos amigos. Bué, también me quedo con las recetas aprendidas de Manuel; como las ñoclas a la plancha:

Y los “caracoles del Villar de Huergo”:

Ambas elaboradas en casa. Los caracoles picaban mucho. Vaya pinta resacosa y de macarras que tenemos en la foto de debajo, con la de años que hemos pasado juntos en embajadas y delegaciones diplomáticas. Mi camiseta es de Cálico Lúbrico, no de Cálico Electrónico, conviene aclarar las cosas.