¿Viste los vistosos atavíos que visten en la India?, pues heme en la foto a la diestra, con un sayo colocado poloarto*, durante el decurso de un evento social clásico de la provincia de Tarragona: la calçotada.
Consiste en deglutir sin mesura ni orden una cantidad ingente de cebolletas untadas en salsa, algo de carne asada después si se tercia, y todo ello regado con algunos porrones de vino, que puede ser un buen caldo, o un corrupio saltaparapetos, eso es lo de menos. El de ayer no estaba mal.
Sí amigos, he colocado delante de una estantería de libros de mi casa de Barcelona, el delicado trabajo con que se nos obsequió al abandonar el local (a quien quiso pagar diez lerus por el souvenir, claro, y con el vino haces cualquier cosa). Con el saludo apostólico, puede verse mi persona en el centro de una foto recortada en forma circular, pegada al fondo de una diminuta paella ricamente trabajada, y guarnecida con unos exquisitos ornamentos que conmemoran la fiesta, en la que, por otra parte, lo pasé muy bien, pues la comida era buena y estuve rodeado de amigos y conocidos de un club al que pertenezco, dedicado al sadomasoquismo intelectual (entre otras muchísimas actividades), que me hicieron mucho de reí y a los que di muchos besos.
Bien, lo que en realidad está torcido es la paella, no los libros, pero la singular morfología del adminículo en cuestión me obligó a reclinarla, y como es la estrella de la foto, incliné la cámara otorgando al conjunto esa sensación de sindiós de bamboleo y zozobra. Pinchando en la foto se aprecia el conjunto en todos sus detalle y esplendor.
Gracias a los que vinisteis ayer desde lejos hasta Valls para que pasásemos todos un buen rato, a otros se os echó de menos.
* La expresión "poloarto" nació en el seno de la secta en cuestión, en cierta comida en la Panadella, hace ya casi un año.
Fer