Procedente de una intervención mía en la Sagrada Iglesia de la Mensología (de la que me honro en ser devoto), y más en particular, de su diócesis conocida como Giemotion:
El amor, el profundo y verdadero, el que nos vuelve locos y nos conturba y perturba el alma, el que es para siempre, el que nos acompaña a la tumba, ese ni hay que ganárselo, ni hay que merecerlo, ni es justo, ni se ajusta a patrón alguno que tenga que ver con nada cabal.
Te enamoras a pesar tuyo, a veces muy a pesar tuyo, y te enamoras ya te corespondan o no te correspondan, y sigues enamorado aunque te dejen, o aunque la mujer que amas te odie y te desprecie.
Sabes que estás enamorado cuando no puedes evitarlo, y nada tiene que ver lo que te trabajes o merezcas. Un día descubres, tal vez con horror, que sientes algo por alguien, algo que sabes que va a marcarte para toda la vida. Es más, si te enamoras de una mujer antes de que sea tu novia, es mucho más difícil que la consigas, porque el amor abotarga los sentidos y las cualidades.
Puede el amor permanecer latente en nuestro corazón por el paso de los años tras la ruptura, o tras el desdén, pero traicionero nos visitará en sueños, o nos asaltará al cruzarnos con ella o con él pasados los eones, y nos hará sentir un latido insidioso que nos hará recordar que aún queda algo.
El ser humano no suele cometer la torpeza de enamorarse de alguien inaccesible, salvo casos de enajenados como aquél pobre muchacho que se enamoró de Marisol en los setenta's del pasado siglo. Suele existir una intuición de que podríamos ser correspondidos cuando nos enamoramos. Pero no siempre se llega a buen puerto por la razón que sea, o sí se llega, pero a veces luego se rompe. Haya o no relación, y sea la relación del tipo que sea con la persona amada, nos queda una secuela, para siempre, si es que hemos estado enamorados de verdad.
Y todo lo que rodea al amor es bien distinto y bien ajeno a trabajos, justicias y merecimientos, que el amor es egoista por definición, celoso, susceptible, suspicaz, exigente... si no, no es amor, será afecto, amistad, cariño, otros... pero no amor. Amor de pareja, amor de enamorados.
El amor, si algo nos produce, es dolor, y esa es justamente la manera más clara de saber que es amor lo que tenemos entre manos, el hecho de que nos hace sufrir de una o de otra forma. Por no tener a nuestra amada aún, o por no tenerla ya, o por miedo a perderla, o por miedo a que nos ame menos que nosotros a ella, por dudas, por celos, por añoranza, por...
Y todo lo que te gustaba e interesaba en la vida queda relegado a un segundo plano, o a ningún plano, y se altera el sueño, el apetito y hasta los sentidos.
El amor es un tirano que te maneja a sus antojo: ahora sufre ahora llora, ahora levita de alegría, ahora roza el cielo con los dedos.
ResponderEliminarNada produce mayor felicidad ni mayor dolor que el amor, qué sentimiento tan contradictorio.
Y qué post más bonito te ha salido, corazón...
Gracias, Monste, guapa.
ResponderEliminarUn besito.
Fer
Mi querido Lumen:
ResponderEliminarCopio algunos de los "bellos" epítetos que le has endosado al amor: celoso, traicionero, susceptible, suspicaz, exigente, egoísta... Además produce dolor, abotarga los sentidos y un largo etcétera de sinsabores, a cual más amargo.
A ver, ¿es el amor algo bueno o algo malo? Me refiero a que, bueno, es digno de ser sentido, pero, ejem, ¿es recomendable?
¿No falta aquí la parte buena del amor? El mundo puede estar derrumbándose a tu alrededor, y una mirada de la persona amada borra todo eso y te hace inmensamente feliz, de forma absoluta. ¿O no?
Laura
Laura; témome que eso, los que alguna vez hemos enfermado de amor, lo damos por suponido... Al menos yo lo hago :)
ResponderEliminarYa, jope, pero es que lo ha puesto tan trágico... empezaba a dudar de las "suponiciones" del personal.
ResponderEliminarQuiá, Laura, trágico no, es una forma de describirlo, pero en esencia, estar enamorado es lo más marvilloso que nos puede ocurrir. Es, de hecho, la sensación más intensa de todas las que existen, y, en efecto, sólo pensamos en él (o ella), y vemos borrosas las demás cosas, y sentimos que el suelo es más blando al pisarlo, y sólo imaginamos la vida al lado de nuestro amor.
ResponderEliminarNo cabe duda de que la felicidad, si existe, es un amor correspondido.
Es mejor (más cómodo, emocionalmente más rentable) no sentirlo.
ResponderEliminarEl Amor no existe, coño!! ya no sé cómo decirlo, joder!! ... verdad?? era eso, no? el rollo aquél de la norepinefrina, jo... ais...
ResponderEliminarComo fármacos para actuar de oficio -según cada caso- ante problemas de imposibilidad de enamoramiento, la farmacopea moderna propone el Nabogordol, el Pordetrasil, y la Rabotiesina.
ResponderEliminarPero ninguno de ellos funciona convenientemente, que lo sé yo, sus efectos son muy otros.