Con agua del Jordán

Hace pocos días, Koke y yo asistimos al bautizo de la hija de mi amigo Roberto, a la que podemos ver en la foto de arriba junto a su papá y Laura, su mamá.

El evento se celebró en la Sagrada Familia, una iglesia muy famosa de Barcelona que actualmente está en obras porque va a ser atravesada por un tren de alta velocidad, o bueno, puede que sea porque es de un estilo tan modernista que hay que esperar a que llegue el futuro para verla acabada.

Aquí estamos un grupo de asistentes al sacramento, o mejor dicho al convite ulterior, que se celebró en una reputada repostería del centrísimo de la Ciudad Condal; además de otros parteneires, en la foto me flanquean Koke y mi amigo Santi, dos de cuyos hijos, Lluís y Ulishka, protagonizan la instantánea de debajo. Ella es tan rubita porque nació en Rusia. Así de quietos y tranquilitos estuvieron durante el rito litúrgico, aunque yo contribuí a su gamberréo sacándoles fotos y haciéndoles coña, o sea que tampoco me porté muy bien, aunque salí a la zona del altar a leer algunas preces y salmodias.


La vez anterior que asistí a un bautizo fue en Bruselas, y yo, que era el padrino, estaba sentado junto a la madre que sostenía a Eva en su regazo, con el cura oficiando en francés a un metro escaso de nosotros, cuando de mi ahijada, fluyó la madre de todos los pedos, con un estrépito que se diría procedente de la misma Caverna de Eolo.

El reverendo dijo que eso significaba que todo funcionaba bien en aquella niña, pero yo, por lo bajo, susurré en español que ese era mucho pedo para uno rorro de apenas mes y medio, que tenían que haber sido el padre o algún abuelo. Casi reventé la ceremonia con la de risas incontenibles que se desataron.

La níñita de Laura y Roberto fue sin embargo una modosita y creo que sólo lloró un pocito al bañar su testa agua traída del mismo río Jordán (según aseguró el cura).

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