Ni forzando la sonrisa
Con agua del Jordán
El evento se celebró en la Sagrada Familia, una iglesia muy famosa de Barcelona que actualmente está en obras porque va a ser atravesada por un tren de alta velocidad, o bueno, puede que sea porque es de un estilo tan modernista que hay que esperar a que llegue el futuro para verla acabada.
Aquí estamos un grupo de asistentes al sacramento, o mejor dicho al convite ulterior, que se celebró en una reputada repostería del centrísimo de la Ciudad Condal; además de otros parteneires, en la foto me flanquean Koke y mi amigo Santi, dos de cuyos hijos, Lluís y Ulishka, protagonizan la instantánea de debajo. Ella es tan rubita porque nació en Rusia. Así de quietos y tranquilitos estuvieron durante el rito litúrgico, aunque yo contribuí a su gamberréo sacándoles fotos y haciéndoles coña, o sea que tampoco me porté muy bien, aunque salí a la zona del altar a leer algunas preces y salmodias.
La vez anterior que asistí a un bautizo fue en Bruselas, y yo, que era el padrino, estaba sentado junto a la madre que sostenía a Eva en su regazo, con el cura oficiando en francés a un metro escaso de nosotros, cuando de mi ahijada, fluyó la madre de todos los pedos, con un estrépito que se diría procedente de la misma Caverna de Eolo.
El reverendo dijo que eso significaba que todo funcionaba bien en aquella niña, pero yo, por lo bajo, susurré en español que ese era mucho pedo para uno rorro de apenas mes y medio, que tenían que haber sido el padre o algún abuelo. Casi reventé la ceremonia con la de risas incontenibles que se desataron.
La níñita de Laura y Roberto fue sin embargo una modosita y creo que sólo lloró un pocito al bañar su testa agua traída del mismo río Jordán (según aseguró el cura).
A Berlín pastoreees, a Berlín corriendooo...
Este ornamento está al principio de las Ramblas, una de las calles más turísticas de este ramal de la galaxia, y parece indicar que algo se está conmemorando estos días en este lugar, ya sea el barrio, la ciudad de Barcelona, la CCAA de Catalunya, el Reyno de España, la Unión Europea, o acaso el planeta todo.
Pero ya el cagasen es cuando subiendo por la Calle Pelayo nos encontramos con este ornamento; que sí, sin duda nos indica que celebramos algo.
No quiero pensar, por lo absurdo, que ese "algo" sea la Natividad de Rabbí Jesús de Nazaret, fundador de la Secta Vaticana que goza de gran implantación en el mundo occidental, pues estos adornos -sí amigos- llevan ahí nada menos que dos semanas, ósea (de hueso), desde el mes de octubre; lo que en teoría debería descartar una conmemoración que ha de tardar casi dos meses en llegar.
Asqueado por cosas como esta, el día veintidós de diciembre, Buda mediante y si la climatología lo permite, junto a Koke y dos amigos despegaremos hacia Berlín, para pasar esos días en un lugar en el que además de hacer frío, no celebran la Navidad durante tres meses, como ocurre aquí, sino sólo cuando toca y como toca. ¿Soy el único al que le produce acidez ver adornos de Navidad por las calles ya en octubre y hasta casi febrero?
Hace unos años las cosas eran más normales, y hasta se escuchaban villancicos, que eran horripilantes, sí, pero era lo que tocaba escuchar, no discos del Bisbal, que hacen desear el holocausto nuclear. En fin; "A Berlín pastoreees, a Berlín corriendooo...".
Fer