Hace aproximadamente un mes, Tereixa y Manel pasaron unos días en casa, y fueron grandes el regocijo y contentamiento que causaron con su visita, por lo que nos reunimos varias veces con otros muchos amigos en distintos lugares para, todos juntos; charlar, comer, beber, reír, e incluso cantar.
En la foto de arriba aparecemos Tereixa y yo en la terraza del Club de Tiro Olímpico de Barcelona, del que soy socio, y donde estuvimos expendiendo algunos disparos con calibres diversos, y donde se elaboran a diario unos perolos impresionantes de arroz caldoso con bogavante, cojonudo y a muy buen precio. Las vistas son hermosas, puede verse toda Barcelona, el puerto, el mar, y esa capa marrón sobre la ciudad, que no siempre está, y que el ayuntamiento coloca algunos días para que sirva de sombra.
Tereixa y Manel son conocidos en entornos cibernéticos como "Fantine" y "Jambrina" respectivamente, y son ambos amigos míos y entre sí (espero que algún día se casen y dejen de vivir en concupiscente pecado). Debajo aparezco retratado -nuevamente por Francesc- junto a un exponente celebradísimo de la rapsodia barcelonesa, último bastión quizá del humanismo. Así pues, la persona que me acompaña arriba es amiga, y la de debajo conocida (que también tiene dos maneras para aludirle: Pedro de día, Violeta de noche).
Es importante establecer grados en el tipo de relación que nos une a los demás, cuando existe alguna relación, claro.
Aquellos días reímos bastante con las elaboradas, ingeniosas e instructivas canciones del disco que llevé en el coche -entre otros- de "Violeta la Burra", nombre artístico del/la/lo... mmmh... de ello. Quien le quiera encontrar sólo ha de pasarse por el bar Dry Martini de la calle Aribau de Barcelona, que curiosamente es una coctelería de lujo.
Tereixa y Manel son conocidos en entornos cibernéticos como "Fantine" y "Jambrina" respectivamente, y son ambos amigos míos y entre sí (espero que algún día se casen y dejen de vivir en concupiscente pecado). Debajo aparezco retratado -nuevamente por Francesc- junto a un exponente celebradísimo de la rapsodia barcelonesa, último bastión quizá del humanismo. Así pues, la persona que me acompaña arriba es amiga, y la de debajo conocida (que también tiene dos maneras para aludirle: Pedro de día, Violeta de noche).
Es importante establecer grados en el tipo de relación que nos une a los demás, cuando existe alguna relación, claro.
Aquellos días reímos bastante con las elaboradas, ingeniosas e instructivas canciones del disco que llevé en el coche -entre otros- de "Violeta la Burra", nombre artístico del/la/lo... mmmh... de ello. Quien le quiera encontrar sólo ha de pasarse por el bar Dry Martini de la calle Aribau de Barcelona, que curiosamente es una coctelería de lujo.