En mil novecientos ochenta y dos, un grupo de una docena de amigos borrachos, en Calafell (Tarragona), en la tarde de San Juan, fuimos a la playa a ver la puesta de Sol sobre la límpida línea del horizonte en las aguas del Mare Nostrum. Nos pareció romántico... y prometedor.
Pero el Sol se puso sobre unos apartamentos que no podían ser más cutres.
Alguien dijo de volver de madrugada para ver amanecer sobre el mar, nadie contestó y hubo un largo silencio, la frustración de la "puesta de Sol sobre los apartamentos" había sido devastadora. Mi amigo Rubén se echó un pedo y todos nos reímos. Rubén tiene esos golpes.
Esa noche grabamos unas psicofonías, también en la playa, pero Rubén no lo puso fácil. Casi todo el material grabado fueron proctofonías.
Al amanecer yo estaba en el coche con una chica que se llamaba (supongo que se seguirá llamando) "Mariajo", de María José. Ella estaba en cueros y yo la tocaba y eso.
No me fijé por dónde salió el Sol.