Como amante impenitente desde la adolescencia de los grandes rascacielos, mi favorito siempre ha sido el Chysler Building de Manhattan, porque fue el más alto del mundo durante casi un año, por su esplendoroso estilo Art déco (es el edificio más alto que existe de ese estilo); por la belleza y fastuosidad de sus líneas, por sus gárgolas; y quizá porque recuerda a una época de esplendor de la ciudad de las ciudades, esplendor que se nubló quizá para siempre por un cierto clima de de miedo hace ahora nueve años. Esta es de todos modos, y con la misma belleza impresionante e inalterada en sus ochenta años de vida, una de las Siete Maravillas:
Y esta es una de sus espectaculares gárgolas en la época de su construcción:
El otro skyscraper de Manhattan que siempre me fascinó es, como no podía ser de otro modo, el padre de todos los rascacielos: el Empire State. Hoy voy a dedicarle una secuencia de tres fotos tomadas cuando nuestro país ganó el mundial de fútbol de este año 2010, que pese a no interesarme dicho deporte seguí por el acontecimiento que reconozco que representó. Nueva York y los USA decidieron homenajear a nuestra selección y a nuestro país por medio de uno se sus principales emblemas, un detalle muy a tener en cuenta; este fue el resultado en el celebérrimo skyline de la ciudad:
La cúspide del edificio con los colores de nuestro país:
Y para mí la imagen más bella de todas, tomada al alba, ya de día pues estuvo iluminado hasta el amanecer:
Un detalle por parte de los estadounidenses, que esta vez para reconocernos en algo no tuvimos que apoyar invasiones injustas y absurdas de países ajenos a causa de los desvaríos de algunos lunáticos.