En los años sesenta's del pasado siglo, era frecuente ir a bañarse al río, en fin, cosas de antes. En la foto estoy en la presa del molino del río de mi pueblo, un molino que servía para suministrar energía eléctrica -poca- y que aún siguió funcionando unos años.
Como puede verse, ese día alguien logró inmortalizar uno de mis primeros desengaños amorosos, pues trato de seducir a mi primita Mariagracia mostrándole mis atributos viriles, con éxito más que dudoso a tenor de su manifiesta indiferencia. Mi cara de desconsuelo también es expresiva. Claro, yo era un niño, y no conocía esa singular faceta de las mujeres que, como sabemos, gustan de hacerse las interesantes y de expresar y mostrar cosas contrarias a las que realmente sienten, por lo que pasados los años... jamás me comí un mojino con mi primita.
Digo primita por decir algo, pues aunque no era mucho mayor que yo en edad, ya se sabe que las féminas evolucionan antes que los hombres, y ya puede verse que si hubiese respondido a mis insinuaciones con un sopapo, es probable que yo hubiese acabado en la presa de la que cae ese torrente de agua, unos metros más arriba.
Ahora ella vive en Pamplona, es de Opus y tiene media docena de hijos, o esas son mis últimas noticias.
¿Quizá debí emplear una táctica diferente?