Esta es una de las dos barberías a las que acudo para que me rasuren bien apurado la barba (con o sin perilla), y la cabeza, que me queda bruñida y lisa que da gloria acariciármela después.
A la izquierda aparezco reflejado en los especjos por partida doble mientras tomo las fotos, con el permiso de Jaume el barbero y propietario, claro. Debajo he colocado un detalle de adminículos que ya parecen de otros tiempos, pero que aquí aún son de uso habitual:
He aquí la vista que tiene el cliente desde la silla, que también puede verse enfrente, y debajo con más detalle, pues las sillas antiguas de barbero son uno de los utensilios más sofisticados y fascinantes que ha desarrollado el género humano. No faltan todo tipo de masajes, potingues, y todo lo clásico en un local que tiene de todo menos de metrosexual o de "psicoesteta":
La silla:
Et pour finir, con mi cámara a la derecha, una fila de adornos navideños que se ajustan con adecuación y coherencia al estilo del local:
Sólo queda por destacar la educación, la amabilidad, la excelente profesionalidad de Jaume, y el placer que supone dejar que pasee su cuchilla por mi pellejo.