Ir y volver

En varios bloses en visto un meme que es, en general, relanzado al magma cibernético, de manera inconcreta, para divertimento de los comunes. Se trata de explicar cinco lugares en los no he estado pero que me gustaría visitar, para después, hablar sobre cinco sitios a los que me gustaría volver; voilà:

Me gustaría ir a:

Israel. Es el país que más me atrae de los que no he visitado, y me gustaría pasar allí un tiempo, y conocerlo lo mejor posible. Cuando vivía en Bruselas solía pasar algunos domingos por la tarde en el barrio judío de Amberes, con sus tiendas y restoranes kosher, y sus joyerías; pero el estado hebreo es otra cosa, es salir del mundo gentil (en su concepto judío de "gentil"), para sumergirte el país del Pueblo Elegido.

La isla de Vancouver. Me gustan los bosques caducifolios, y en particular el bosque húmedo, con hojas tupidas y frondosas verde claro, musgo, helechos, duendes, ninfas, ondinas... el de la isla de Vancouver, en Canadá, es uno de los dos bosques húmedos que quedan en el mundo, y me gustaría visitarlo.

San Marino. Me fascinan los microestados, y ya conozco cinco; Liechtenstein, Malta, Mónaco, el Vaticano y Andorra; sólo me falta San Marino, aunque tengo todos sus euros.

Pohnpei. También conocida como "Ponape", es la isla más grande del archipiélago de las Carolinas; antigua dependencia española que fue pasando de manos y siendo, alemana, japonesa, británica, estadounidense, y actualmente estado independiente; con Palikir como capital en esa misma isla. He leído mucho sobre ella, y la descripción más típica la perfila como la isla en que se podría encontrar a King Kong, pues pese a que es muy pequeña, en el centro hay una cordillera muy alta y frondosa, con forma de circo, donde podría vivir sin ser descubierto ni molestado el mismo Godzilla.

La Polinesia Francesa. El paraíso en los mares de Sur del Pacífico. Creo que iré con Koke en los próximos cinco años, y supongo que aprovecharé el viaje para visitar Pohnpei.

Me gustaría volver a:

París. Siempre quiero ir a París, y por fortuna voy con mucha frecuencia. Es posible que acabe viviendo allí, o para siempre o durante unos años. Rara vez voy ya a museos, sólo paseo con Koke, vamos a los cafés y brasseries de siempre, al Parque de Luxemburgo; jamás he estado en la periferia de París y es mi intención no entrar jamás en ella; nunca he tomado el metro en París, y mira que he estado veces -casi todas ellas con Koke-, me desespera el metro en lugares hermosos, te desplazas y en lugar de ver París, o Londres, ves mierda, literalmente (salvo en el metro de Moscú que es una obra de arte). Solemos desplazarnos por los veintidós arrondissements caminando, en coche, o en tásis.

Berlín. Es tan grande en superficie como París, Londres o Moscú, pero con sólo cuatro millones de habitantes; eso y su aire de malancolía y decadencia, debidos a la guerra mundial y la guerra fría, la hacen tremendamente atractiva, además de que es una ciudad muy bonita, ahora está muy bien arreglada, no tiene tráfico, y se come en ella de putis mater. En Berlín no hay más suevos que coger el metro.

Eslovenia. Es el país más tranquilo, verde, limpio y plácido que he conocido, en su conjunto, I mean. Pasear por el centro de Ljubjana (Liubliana), la capital, con sus canales, jardines, casas palaciegas; cenar en el restorán As, es muy agradable y produce manso sosiego en el ánimo.

Menorca. Me gusta la tranquilidad y la paz de la isla, sus playas similares a las del Caribe (que también me gustan mucho), su caldereta de langosta, la pomada -bebida típica de la isla a base de gin Xoriguer y limonada en vasicos chiquiticos-, y lo bien y de coña que se está en esa antigua dependencia británica.

Barcelona. En concreto al barrio del Eixample. Siempre quiero ir a Barcelona, aunque hace casi dos años que vivo exactamente donde acabo de decir (escribo esto desde el centro de ese barrio, y de hecho soy de Barcelona pese a que nací en Navarra), pero tengo la sensación de estar aquí de viaje y de vacaciones. En Barcelona tomo el metro casi cada día.

Besines a las chicas y abrazos a los chicos.

Fer

Un pantocrátor muy enrollado

A finales del mes pasado estuvieron por Catalunya, en una larga visita con tintes sobre todo culturales, dos amigos de Euskadi; Reyes y Jesús. En la foto aparecen los dos con Koke, Reyes coprotagoniza la imagen -tomada en el Museu d'Art Nacional de Catalunya http://www.mnac.es/ -, y Jesús es el realizador de la instantánea, muy bien centrada y enfocada como puede verse.
Pasamos muy buenos ratos con ellos, y se apuntaron también otros amigos de estas acogedoras tierras en que vivimos, preñadas de arte, cultura, historia, y buenos lugares en los que comer y beber.
Una de las obras más singulares que se guardan en ese museo concreto, es el Pantocrátor de Sant Climent de Taüll, que llegó a Barcelona tras un delicado proceso por el que fue, literalmente, enrollado sobre sí mismo tras extraerlo de la pared. Puede verse al pie de esta entrada. El mecanismo aproximado de enrollado es divertido y hasta sorprendente de explicar sirviéndose de un cigarrillo y un papel de plástico como ejemplos.
El emplazamiento actual de la obra permite que millones de personas puedan verla -sin que haya sufrido deterioro por el traslado-, pues su original ubicación en un templo románico, en lo más recóndito del Pirineo, hacía muy difícil visitar y dar a conocer una pintura tan destacada.

Anita de visita

Ayer sábado vinieron Ana y Kike a Barcelona, y nos echamos a la calle a hacer turismo. En la foto aparecen Ana y Koke con la ciudad de fondo, incluidos en la montaña, a la izquierda en el horizonte, la basílica que corona el Tibidabo, y la torre gigante diseñada por Norman Foster. Cuando acabaron la obra hubo su polémica, porque a algunos les parecía que quedaba desproporcionada en la Sierra de Collserola... más que nada porque la torre es más alta que la propia montaña.
Los turistas son algo consustancial a Barcelona en general, y en verano en particular, pero cuando vienen amigos o parientes de fuera observo que muchas personas que debo tomar por barceloneses, son en realidad turistas, sólo que no vienen del extranjero.
Qué bonito y señorial es el paseo de Gràcia, y qué espectacular es la casa Batlló de Gaudí. Eeeh... la verdad es que paso por delante de ella casi todos los días, porque vivo a tres manzanas y me viene de camino, y la miro con más detenimiento cuando la enseño y la explico, pero no me suele pasar desapercibida. A veces nos pasan las cosas desapercibidas, no sólo con cosas materiales. También ocurre con personas.
La foto parece simpática sin más, pero la verdad es que Ana nos estaba haciendo descojonarnos de risa a todos.
Había cielo nublado y viento racheado de componente Noroeste, inusual aquí; estado de la mar: marejadilla.

Los superhéroes y yo

El superhéroe, que ve su exponente clásico en Superman, nace en el cómic, y existe en modalidades y con aspectos y poderes cuasi infinitos en sus distintas variedades.
Cuando yo era pequeño leía, miraba y coleccionaba comics sobre todo para reírme y entretenerme, ahora, además de por esas razones lo hago por nostalgia. Me hacían reír Anacleto Agente Secreto, Mortadelo y Filemón, Astérix, los personajes de Disney de la colección Dumbo, y tantos otros, y me divertían Tintín y bastantes más. Pero los superhéroes al uso, los serios, no me han llamado nunca la atención; pese a conocer su obra impresa –sobre todo del Jabato y Capitán Trueno- y haber visto sus películas.
No sé si es su querencia a vestir leotardos, sus principios morales que suelen parecerme bastante estúpidos, su tendencia a parecer perfectos, pero la verdad es que no puedo evitar, siempre que veo o leo sobre superhéroes, ir a favor del malo. Bien, en realidad, muchos personajes magistrales del cine son villanos muy taimados que dejaron boquiabierto al espectador; desde los doctores Caligari o Lecter, pasando por el Nosferatu de Murnau (la foto de su sombra está siempre al pie de este blog), hasta Max Cady (Robert de Niro en “El Cabo del Miedo”), y tantos y tantos otros.

Ningún superbueno o superhéroe me ha motivado nunca. Bueno, hay uno que sí, el único personaje que me produce una cierta admiración. Es superhéroe porque le ocurren cosas a las que no sobreviviría ningún ser humano, porque vive cientos de aventuras en sólo semanas, porque salva al mundo, sale al espacio exterior, se enfrenta a extraterrestres, y tantas otras proezas más. Y me fascina porque dispone de una de las virtudes que más admiro: se la suda todo. Fuera de su familia, nada le inquieta, nada le preocupa, no tiene absurdas metas que conseguir, no tiene ridículas ideas sociales, religiosas, políticas o de otros órdenes que le mortifiquen con sus planteamientos. Sus necesidades son sencillas de cubrir, sus ocurrencias magistrales, sobre todo por la desfachatez con que se enfrenta a todo sin importarle nada.
Quienes hayan visto los Simpsons, y además les guste la serie, conocerán a Homer. Llevo un tiempo observando que están de moda –sobre todo en el cine- los superhéroes, y también en la blogosfera he podido ver multitud de encuestas y tests para catalogar a la gente en comparación con algunos de ellos. A fecha de hoy, el único superhéroe que considero como tal es Homer Simpson, y a los demás, con toda sinceridad, me gustaría verles en la vida real delante de una pareja de la Guarda Civil. O remodelarlos con una motosierra. Creo que empezaría por Spiderman, ese me produce gases.
PD. También me gustaría ver a Jessica Alba (de Los 4 Fantásticos) deteniendo al Vaquilla.