Sobre perder a un amigo.

Es siempre algo triste. La realidad es que los humanos somos propensos a dejar fluir sentimientos hacia nuestros semejantes, y sensibles ante sus reacciones. Tanto más sensibles cuanto mayor es nuestro afecto.

Hay, bajo mi punto de vista, dos maneras de perder a un amigo; porque las circunstancias lo separen de ti, o porque deje de serlo.

Lo segundo me ha ocurrido pocas veces en la vida, tal vez sólo una, y cabe preguntarse si se trataba de amistad realmente, o si era otra cosa lo que acercaba aquella persona a mí.

El otro caso, perder de vista a un amigo porque se va, es algo a lo que tendré que enfrentarme este verano. Él no lo sabe y probablemente no se lo diré, o tal vez sí, pero la idea de no verlo cada día, de no reírme con él a todas horas, es algo que me amedrenta. Me asusta pensar que sólo volveré a verle ocasionalmente si voy a Madrid, que ya no será mi binomio, que ya no seremos esa especie de Martes y Trece o Cruz y Raya que somos.

Me ha ayudado tanto, le debo tantos favores, me ha hecho reír tanto, se ha reído tanto de mis paridas, que no puedo imaginarme ir al trabajo y que él no esté en su despacho, que otro usurpe su silla, que falte en el café de la mañana o durante la comida.

Obviamente no lo perderé como amigo, pero eso no es un gran consuelo, porque no podré estar con él, de la misma manera que un ser querido fallece y se le sigue amando... pero se le ha perdido.

Ha llegado a preocuparme la forma en que le diré adiós el día que se vaya, pues hay dos cosas que nunca he sabido contener con habilidad; la risa y el llanto.

En este tipo de situaciones me gustaría que “Lumen Dei” existiera de verdad y ocupase mi lugar para actuar como hace cuando escribe en los foros, para no estar "a oscuras" ante el amigo que se pierde de vista.

Tal vez contrate a un extra para que se despida por mí, o acaso secuestre a Tomás y lo oculte en un zulo.

Este mensaje podría perfectamente catalogarse como “mariconada”, pero esto es, al fin y al cabo, un blog, un diario personal, o sea, una mariconada. Y no, no es una expresión despectiva ni homófoba.

Fer

2 comentarios:

  1. Yo tuve que pasar por eso también. Encontré en mi clase en la Universidad a alguien tan afín a mí que el término "mejor amigo" palidecía.

    Por circunstancias varias tuvo que dejar la carrera y se volvió a Córdoba. Vale que yo soy de Sevilla y Córdoba está al lado, a una hora de coche, pero fue lo suficiente como para enfriar la amistad. Seguimos siendo inmejorables amigos, y nos vemos 1 ó 2 veces al año (si hay suerte). Ahora él sigue viviendo en Córdoba, pero yo vivo en Londres y quizás me vaya aún más lejos. Lo bueno en este tipo de amistades es que cuando uno vuelve a encontrarse con ese amigo, es como el primer día y es una sensación increíble (aunque el momento de la separación es dolorosísimo).

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  2. Hola. En mi caso pasó algo muy parecido también, e incluso fue Madrid el lugar al que mi amigo se fue a estudiar, aunque yo escogí otra ciudad. Nunca he conocido a nadie con el que haya pasado tan buenos y malos momentos. Sin embargo, por circunstancias que suceden en la vida a veces a nuestros más queridos amigos, los terminamos por perder con el tiempo y pasan a ser personas casi desconocidas. Por ello, cuando te sientas a pensar lo mucho que cambia todo, resulta realmente triste recordar muchas anécdotas y momentos que irremediablemente forman parte del pasado y que hoy en día no son más que eso... recuerdos.

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