No es un secreto que China y Japón son dos países que cuando no están en guerra entre sí, se profesan un mutuo temor y se hallan en constante enfrentamiento geopolítico, que de hecho ha llevado al País del Sol Naciente a revisar su política de Defensa y volver a dotarse de unas fuerzas armadas poderosas. De hecho muy poderosas.
Para dar el contrapunto de armonía, paz y concordia, aquí aparezco supervisando dos puntos clave de ambas superpotencias, por una parte la Gran Muralla, oportunamente tocado con un gorro que lleva la revolucionaria estrella del aún vigente régimen de Mao.
Y aquí visitando el más importante símbolo de Japón, el Monte Fuji o, como le llaman allí, el Fujisan, por más que en Occidente se le conozca como "Fujiyama", que en la foto aparece imponente a mi espalda.