En este pueblecito de Asturias se comen las mejores sardinas a la brasa que he probado jamás, recién cogidas del árbol. Pescadas esa misma mañana, con bien de pan y bien de vino. También, como puede verse, hay una preciosa iglesia en el centro que inmortalizó Alba en una de las dos instantáneas. En la otra están alegremente abrazadas Marigel y Alba con el Cantábrico de fondo, imagino que como volverán a estarlo el próximo verano, en que tenemos visitas pendientes a San Juan de Luz, Israel, Asturias, Navarra, y otros lugares más. Algunos no los escribo porque son muy lejanos y no es seguro.