Ayer recibí de Bruselas una caja con dos cajoncitos de bombones Pierre Marcolini, la fábrica más reputada que existe en el mundo. Los pedí por lo deliciosos que son, y por nostalgia ya que en Bruselas Alba y yo vivíamos en la plaza de la sede central. Como veo que se van acabando a manos (a boca) de mi mujer y yo, cuelgo estas fotos de la cajita recibida con los bombones que aún quedan, y la tienda en la Place du Grand Sablon.