Las Reinas Magas de Occidente

"Al día siguiente volvió el Principito.
–Hubiese sido mejor venir a la misma hora, dijo el zorro. Si vienes,
por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...

.../...
–Adiós –dijo el zorro–. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve
bien sino con el corazón."

(Antoine de Saint-Exupéry)

Y con el corazón envío mis mejores deseos a todos: y para nuestro país, continente, y mundo; que desde que existen no han conocido un momento de sosiego en las relaciones entre los humanos.
La Navidad me fascina por aquellos a quienes les gusta y a los que les desagrada, por los que se emocionan y por los que la detestan. Se diría que estas fechas a nadie le son indiferentes, ya seas creyente, agnóstico, ateo, de otra religión no cristiana; o incluso si ni siquiera te has parado a pensar al respecto, se trata de días en que la mayoría nos acordamos de personas, nos reunimos con quienes más nos importan o lo intentamos, o al menos lo deseamos; y en muchos casos vivimos una sensación de magia y emoción sazonada con algo de melancolía y gasto compulsivo.
Hasta que pasan las Reinas Magas de Occidente con su carga de regalos, todo termina, y esperamos un año más a que esa rutina de la que habla el zorro al Principito se repita.