Bosnia i Herzegovina, 1.999

Algunas imágenes de la zona serbia de Bosnia i Herzegovina en 1.999, allí pasé seis meses en una operación de reasentamiento de desplazados de guerra que al haberse frenado esta (la guerra) por las tropas de la OTAN, podían regresar a sus casas con sus familias, o al menos los supervivientes. Mi equipo integrado por cuatro mandos españoles y una interprete local y bajo mando francés, tenía como cometido "acomodarles" de nuevo en sus antiguas viviendas, mediar con las ONG's e instituciones que deberían reparar sus casas y suministros (así como el desminado si se daba el caso), hablar con las autoridades locales cuando había problemas de relevancia; como por ejemplo advertir a un alcalde serbio que le íbamos a cesar si no permitía a niños croatas ir a la escuela, o a un alcalde croata de lo mismo si no hacía llegar electricidad a un barrio serbio o musulmán. Este es despacho de circunstancias que yo tenía en un corimec -tipo de instalación móvil- francés.


Este estado presentaban algunas de las casas a las que regresaban familias tras varios años refugiadas muy lejos, y ahí debían volver a rehacer sus vidas.


Esta es la Escuela de Navesinje (Serbia), que fue restaurada en gran parte y donde dimos material de estudio y regalos a los niños que allí acuden.


Con más frecuencia de la que nos hubiese gustado, visitábamos zonas aún conflictivas, lo que obligaba a pedir apoyo a unidades militares blindadas que nos garantizaban poder hacer el trabajo sin molestas visitas de milicianos inquietantes. Pese a ello no faltaron dos o tres momentos de cierta tensión, por decirlo de algún modo.


Y tampoco faltaban por la noche los momentos de ralax, tras una buena cena, con una copa de vino, y con mi gato, que se llamaba "Boirita". Le bautizó así Alba mi mujer, porque era un gatito de color gris como la niebla, y niebla en catalán se dice "boira".