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Mijn vlakke land - Le plat pays


En el centro de Bruselas existe un restorán muy típico, llamado “In’t Spinnekopke” (Ca la cabeza de araña en flamenco) donde la comida es muy buena, es un clásico belga escondido entre las callejuelas; esta es su página web, en la que se puede escuchar de fondo una canción de Jacques Brel que espero que os guste, titulada “Le plat pays”:

http://www.spinnekopke.be/baseAN.html

Esta es la letra de la canción, que como podréis ver los que conocéis la lengua francesa, sencillamente describe Bélgica sin nombrarla:
http://www.frmusique.ru/texts/b/brel_jacques/platpays.htm

Y como no podía ser de otra manera, he aquí la versión de la canción en el otro idioma belga –el más hablado, por cierto-, el flamenco:
http://www.xs4all.nl/~werksman/liedjes/mijn_vlakke_land.html

Ambas canciones pueden bajarse del e-mule cantadas por su propio autor en ambos idiomas, basta con buscarlas por sus títulos que son los de esta entrada.

A título anecdótico, he colocado una viñeta de “Astérix en Bélgica” con un guiño al cantante belga. En ella, abrumado el jefe galo por la verde llanura que es el país (eso significa el título de la canción), hace ese comentario que se puede leer pulsando en el dibujico de arriba para que se agrande, y recibe por respuesta -en francés en la edición original- este fragmento literal de la canción: “Le plat pays qui est le mien, avec des cathédrales pour uniques montagnes” (en este país llano que es el mío, con las catedrales por únicas montañas). Sólo se cambia la palabra “catedrales” porque claro, en el tiempo de Julio César aún no existían.

Por cierto que en ese cómic también aparece dibujado el propio Jacques Brel, en la página 39.
Fer

El Duque de Alba

Koke en Gante


Alba, hace un par de años, con la torre del Carillón de Gante detrás, su reloj suena muy lindo al dar las horas.

Es más o menos conocido que el Duque de Alba se hizo tristemente famoso entre los flamencos (u holandeses, pero en particular los belgas de habla neerlandesa) por lo cruel que fue la época en que, aquella antigua provincia española, estuvo sometida por los Tercios de Flandes, al mando del noble susodicho.


Se suele decir que en Bélgica no se amenaza a los niños que no duermen o no comen con el “Coco”, sino con el Duque de Alba, y existe un bar llamado “Le Roy d’Espagne” en la Grand Place de Bruselas -probablemente la plaza más bella del mundo*-, de cuyo techo cuelgan nuestros antiguos soldados.


Brujas y Gante son dos ciudades particularmente pintorescas, mucho más hermosas que la capital federal, y Gante, además, está a escasa media hora de Bxl, por lo que Koke y yo solíamos ir –hasta hace unos meses hemos vivido en Flandes- con frecuencia. En Gante hay menos turistas y más tranquilidad, peeeeero, hablan mal el francés, pues son flamencos, y, en cierta ocasión, el consuno de una serie de factores trajo como consecuencia una divertida anécdota:


Koke reservó mesa en un bonito restorán de la ciudad (cuna de Carlos Quinto), típicamente decorado, que por un lado da a una calle medieval y por el otro a uno de los canales. Al telefonear, mi churri no dijo su apellido, “Andreu”, porque la “e” y la “u” son jodidas de pronunciar en francés y, en particular, si te manejas con flamencos con su tradicional antipatía hacia la lengua de Molière, así que reservó la mesa a nombre de “Alba”, de sencillo deletreo (y además es que Koke se llama Alba).


Al entrar aquella tarde con nuestros amigos en el local, nuestras voces y aspecto español indignaron a quienes allí nos recibieron, que nos indicaron que la broma no tenia ninguna gracia, que no les parecía tolerable que unos españoles hubiesen reservado una mesa a nombre de “Alba”, que eso era como ser alemán y reservar mesa en Tel-Aviv a nombre de “Hitler”.


Para solucionar la situación y desfacer el entuerto, Koke mostró su carnet de identidad (el carnet belga) en el que podía verse que, en efecto, mi mujer se llama de nombre como el duque de tan nefanda memoria entre los flamencos.


La reacción fue aún peor, el camarero se echó las manos a la cabeza y exclamó en neerlandés: “¡En España ponen 'Alba' de nombre a las niñas!”.


Pero en fin, al cabo de poco todo quedó resuelto, y desapareció cualquier atisbo de sospecha de mala fe tras una amigable charla. Supongo que era un lugar, o un sujeto, particularmente sensible, o tal vez demasiado apegado a los estereotipos, o acaso un hombre falto de cariño, que, como sabemos, es la falta de cariño lo que llena los bares.


* La Grande Place (o Grote Markt) de Bruselas, cuando una vez al año forman una alfombra con flores:




El ayuntamiento más bonito y la obra civil gótica más alta del mundo: