Anteayer regresamos de pasar una semana en Navarra. Se acabó el crepitar de las brasas en la chimenea de casa, la ausencia de Internet (por propia voluntad, que mi pueblo tiene hasta gas natural corriente en las casas y fibra óptica de 100 megas), y así de ameno discurrió el viaje de regreso a Barcelona de tres horas y media, esta vez en tren que ahora casi vuela a 250 km/h. Atrás dejamos el Ayuntamiento del pueblo de noche entre la niebla el día antes de marchar:
Y durante el viaje saqué algunas fotos a mi niña con el teléfono:
Que ella no dudó en devolverme incluyéndose a sí misma en el reflejo del cristal...
Pero en esta aparezco con cierto aire impresionista, una escuela artística que no puedo negar que me entusiasma:
No pude evitar corresponder a Albita con otra variación de corte retratista que se ajusta más a mi especialidad:
Y luego habrá quien se aburra en el tren.