Toronto es una ciudad agradable de visitar, siempre que sea en verano y no en estas fechas, que en Canadá hace fresquito en diciembre. Aquí aparezco yo en la avenida principal de la ciudad, y en efecto eso que llevo sobre la cabeza es la pelusilla que me sale si me la dejo larga y me la anasagastizo un poco logrando parecer un no-calvo según la claridad del lugar.
Esta es Alba en el Toronto Eaton Centre, cubierto, climatizado, en el que no falta de nada e imprescindible para un lugar en el que varios meses al año el hielo y la nieve lo cubren todo.
Aquí mi esposa se dedica a perseguir ardillas, bichito simpático donde los haya, por el centro de Toronto...
...hasta que se encuentra a los pocos metros con The Church of the Holy Trinity:
Con la entrada en mayor detalle y ese aire british tan clásico del país gigante y bilingüe.
Y nos despedimos de la metrópoli con una mirada a sus edificaciones evitando fotos de la CN Tower o las Niagara Falls porque de esas las hay a millones por todas partes. Y sobre todo reconociendo que los perritos calientes que sirven en los puestos ambulantes están varios puntos por encima de deliciosos.