A mediados de los noventa, Yolanda y Carlos, amigos nuestros, y Alba yo, pasamos alguna velada en una destartalada, enorme y vetusta mansión, habitada por cinco señoras una de las cuales es marquesa (y por extensión así llamamos a las cinco, cuatro de ellas solteronas); en la foto puede verse cómo preside en el centro. Cenábamos con ellas y charlábamos de las cosas más divertidas, escuchando anécdotas que, como el interior de la casa y su manera de vivir y hablar, recordaban más a la forma de vida de la segunda mitad del siglo XIX que a los tiempos presentes. Alba no aparece porque es quien tomó la foto, durante los cafés y tertulia posteriores a una cena.