En ocasiones, siento
como un vacío interior. Una sensación intensa y descorazonadora que no sé cómo
llenar; dudo sobre si la angustia, la tristeza, la melancolía, u otros
sentimientos puedan estar detrás de ese estado y reflexiono sobre ello. A veces
creo que bastaría con no pensar, pero aún con la mente en blanco siento algo
que debe terminar. No puedo seguir así. Unos lo llaman apetito, pero a veces es
tan intenso que yo lo catalogaría de hambre. Voy a la nevera y luego os explico
si la cosa está resuelta.
.../...
Media tortilla después; de patata y
con bien de cebolla; mi alma está serena y compuesta, y mi mente sosegada. Ya
puedo tumbarme en el sofá y dejar er selebro en punto muerto para que la tele
haga en mí según su voluntad. Hoy me chupo hasta Cuarto Milenio si hace falta.
Hay un camino hacia la cocina, y en ella se hallan las respuestas.