De entre la oferta que el
restaurante Gaig de Barcelona ofrece, cabe destacar el "Gran Ágape"
(Gran Àpat en catalán), y una opción muy recomendable a la hora
de elegir entre los vinos es dejarte guiar por su tres veces amable y sobre
todo experto sommelier.
La experiencia es difícil de superar, y en los tiempos que
corren en que pese a la crisis sigue siendo este país el buque insignia de la
gastronomía mundial, sigo visitando con cierta regularidad este
establecimiento, que hace unos meses se mudó a la calle Córcega pero de mi
mismo barrio en la ciudad.
La mejor alternativa en cuanto a vinos como digo es dejar que cada
uno de los trece (sí, 13) platos, sea regado por un vino diferente -trece vinos también- en su correspondiente copa, también diferentes las copas y servidas a su temperatura y en su manera oportuna.
Las profusas explicaciones sobre el plato son escuchadas, pero las correspondientes a cada vino de la voz del sommelier son auténticos doctorados que sólo te hacen desear la cata de cada uno de los caldos para que después acompañen al correspondiente pescado, carne, queso o postre.
Las profusas explicaciones sobre el plato son escuchadas, pero las correspondientes a cada vino de la voz del sommelier son auténticos doctorados que sólo te hacen desear la cata de cada uno de los caldos para que después acompañen al correspondiente pescado, carne, queso o postre.
Y poco más he de añadir hasta mi próxima visita al Gaig salvo
que tal vez en las anteriores debería haberme extendido más pero que en las
posteriores no dejaré de explicar cada plato y cada vino.