Ayer a media mañana coincidimos para perpetrar un brunch un grupo de amigos,
feligreses todos del Brunch & Breakfast que han puesto debajo de mi casa. Y
bajé un poco antes, me agencié la mesa grande, y allí fueron llegando todos; mi
mujer, Francesc, Vicky, Rosa, Mònica... los que haya menester según cada mañana
que optamos por hacer un desayunocomida.
Cierto es que la pitanza clásica y elaborada en el local, de gusto, estilo y
estético estadounidense (con algún mestizaje local) es muy buena y barata,
puede verse en entradas anteriores de este blog. Pero lo más grato es poder
compartir un rato que por largo que sea siempre se hace corto con personas
queridas, apreciadas, en fin: sentirte a gusto y feliz un rato, sin prisas, y
sin que sea por medio de una computadora.
Como suele decir quien viene a Barcelona desde Madrid, aquí las distancias
son más cortas, y la ciudad es más tranquila. Imagino que ello se debe a que es
más antigua y lleva asentando su modus vivendi más de dos milenios, pero
ciertamente es una ciudad viva en la que hay de todo en todas partes. En
particular en el centro. Y lo mejor sin duda es lo antedicho: reunirse con
aquellos que te hacen estar mejor que solo. Porque solo ya se está bien, ocurre
como con el silencio, que si lo vas a violar, al menos que sea para algo mejor
que el silencio.
En fin, no voy a poner fotos porque se trata sin más, de rumiar la plácida
experiencia de una mañana agradable con personas que la han hecho agradable. Y
claro, el local ayuda.
Feliz Navidad a todos cuando llegue y si sois cristianos (yo no lo soy).
Lumen