Je fais ce que je veux

Hay muchos lugares desde los que puede verse toda la ciudad de Barcelona, pero sólo uno en el que, además, tras tomar unos aperitivos y entrantes, puede una persona –o diez, en este caso- abandonarse a la gula en la más perversa de sus manifestaciones: el Club de Tiro Olímpico en la montaña de Montjuic, del que soy socio hace treinta años, y cuyo restorán es regentado por mi primo Jesús.

Tras de nosotros, la vista de casas, rascacielos, puerto, mar, y demás elementos ornamentales de mi turística ciudad; es borrosa, pues la cámara está configurada para que se nos vea el careto; a Dilettante, Imperator, Barachan, David Pujadas, Lumen Dei, Israelísimo, Koke, Nur, Pucky, y… la maravillosa cabeza parlante de Avestruz (es que casi todos tienen mote, cosas de la gente de pueblo).

La descomunal perola del centro de la mesa contiene ingentes cantidades de arroz caldoso con bogavante, y la verdad es que no hubo suevos de acabárselo, por más que nos esforzamos en fundirnos con dichos artrópodos en un proceso de fagocitación que duró horas, y, tras el cual, algunos bajamos a las galerías de tiro a expender plomo en diversos formatos; desde el 22 l.r hasta el aparatoso y atroz 45 ACP. David mostró ser un pistolero al que ni Lee van Cleef hubiese retado a duelo, ¿qué oscuros aspectos de su pasado nos habrá ocultado este muchacho?

La terraza exterior con sus vistas, las cervezas, la charla, el aire acondicionado y demás factores, dieron como resultado una tarde apacible y, sobre todo, nutritiva.

4 comentarios:

  1. Sólo por catar el arroz caldoso tendré que volver a Barcelona, porque ganas de catarlo no me faltaron el día que nos fuimos a tirar plomo contigo :)

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  2. Pues cuando vayais vosotros avisad, que yo me apunto :)

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  3. Fue una comida estupenda y lo pasé teta, sobre todo después de la odisea para llegar.

    Gracias por ello.

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  4. ... Y no has comentado lo que llegamos a impresionar toda esa gentuza con tanto plomo y pólvora... ¡Si hasta nos pidieron balas!
    Ni el Equipo A, oiga.

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