El primer astronauta en la historia fue un mono, llamado Albert, que ascendió a 63 km en una V2 nazi en 1948 (USA, 11 de junio). Le siguió en cuanto a especies vivas la perra Laika, que orbitó la Tierra en 1954. El tercer animal astronauta fue el humano que inició su carrera en 1961 (Yuri Gagarin). Monos y perros precedieron al hombre como astronautas, algo que no puede decirse de los barberos, de los sepultureros, de los agricultores ni de los taxidermistas.
El primer astronauta español no tardó en hacerse ministro, y en pocos meses se supo que como gran parte de los políticos españoles no es amigo de pagar impuestos. No se descubrió nada nuevo. Lo que sí sorprende es que el único astronauta español no posea el don de la locuacidad ni de la retórica, y su manera de hablar en público sea así de pobre y limitada; al menos al ejercer o responder como político, oficio que por otra parte ha elegido él mismo sin que nadie le obligue.
Si no ha sabido gestionar decentemente sus dos casas de Madrid y de la playa, no imagino cómo podría gestionar nada menos que un ministerio.
Si no ha sabido gestionar decentemente sus dos casas de Madrid y de la playa, no imagino cómo podría gestionar nada menos que un ministerio.