Una vez en segundo de BUP
por diversión escribí una soplapollez de tamaño natural, algo absurdo y
rocambolesco sin ningún sentido (* debajo lo ilustro con ejemplo). Jordi, el
chulo de la clase, me lo cogió y dijo a la profe que yo había escrito una cosa y
que la iba a leer. La leyó de pie y en voz alta. Al acabar la profe me miró a
mí y me dijo: "defiéndelo, defiende eso".
Le
contesté: yo no he leído eso en público y de pie. Dile a él que lo defienda,
porque supongo que no has tolerado que un alumno de
tu clase robe una carta personal a otro y la lea ante todos (aquí se le cambió
la cara a mi profe).
Pero tranquila -le dije-,
no puede defenderlo si no hay un ataque previo, y yo te lo voy a proporcionar.
Entonces miré a Jordi y le dije alto y claro que, con independencia de quién
hubiese escrito aquello, el hecho de leer tamaño desafuero en público mostraba
que, o su estado mental era digno de revisión psiquiátrica, o su cociente
intelectual estaba muy por debajo de la media. En este punto crucé las piernas,
me eché hacia atrás, y dije a la profe: "¿ves?, ahora ya hay un ataque,
vamos a escuchar cómo defiende Jordi la mamarrachada que yo he escrito para que
él la leyera".
Las risas fueron sonoras
pero el silencio de Jordi fue ensordecedor. Por cosas como esta quizá nadie se
metió nunca conmigo en el cole, y por la panda de gorilas de que me rodeaba
siembre (les invitaba a todo).
(* estilo de la parida que escribí)
"Más Allá de la Iconodiéguesis
Desde un enfoque criptosinecdótico, la cosmogonía literaria
que subyace en el nivel parasinfórico en toda la obra jordiana alcanza su
contrapunto oximorónico más profundamente hermeneútico pese a ciertas
reminiscencias retrotepánicas. En una palabra, consigue aquello que Kierkegaard
llamó “anteparequesis sintopénica” pero sin renunciar a sus raíces
prearistotélicas.
Por su dominio del pentaquiasmo paratáctico, se ha convertido
en el mas genuino arquetipo de la escuela neomixolíndrica, en el sentido
infrateorético y ontológico de la palabra.
El aspecto que la crítica iconoclasta no sabe o no quiere ver
en sus mensajes es precisamente su reivindicación de la plutoconvexia
paradigmática, en resumen, estamos ante una metáfora de metáforas que nos sitúa
ante el gran dilema de nuestros gies: la imposibilidad de una autoconsciencia
transpregnámtica en plena era de la cibernética."