Refugio en la Francia profunda

El fin de semana pasado ha sido largo, en Bélgica fue fiesta el lunes, y Koke* y yo fuimos a pasar unos días al Valle del Loira, en la Francia profunda, yo viví allí un tiempo por razones de trabajo y es una zona en la que nos gusta mucho estar.

Hay castillos de los siglos XII al XVII que pueden visitarse, y que tienen una particularidad de la que adolecen los otros castillos famosos del curso alto del Loira (Chambord, Chenonceau, Cheverny, etc...), y es que en ellos vive la familia propietaria. Brissac, Serrant, Montgeoffroy, Le Plessis-Bourré, y algunos otros, conservan todo su mobiliario, ajuar, y demás artículos de la vida cotidiana de cuando fueron construidos, son como una especie de máquina del tiempo en la que podemos analizar las costumbres, usos y formas de vida de hace varios siglos, con algo de polilla en algunos casos, y con la posibilidad de cruzarse con sus habitantes por los corredores o salas. Y aprender historia con los cuadros y tapices de hechos y personajes, y con las explicaciones que dan los guías. Si no se sabe francés hay en todos ellos guías de papel en otros idiomas.

Nuestro centro de operaciones de esa región es Angers, hermosa capital del Anjou, zona en la que pueden catarse y comprarse excelentes vinos a buen precio directamente al productor con sólo parar en los “domaines” en los que se elaboran. En el centro de esta ciudad hay un pequeño hotel muy bonito, antiguo monasterio del siglo XVI, “Hotel du Mail”, en el que el alojamiento es barato (50 Euros/noche dos personas) y se puede aparcar el coche dentro del patio. Todo es muy antiguo, hasta la escalera de madera tiene varios siglos. Se organizan muchos mercados en las calles de la ciudad a base de productos típicos de la zona, antigüedades y otras cosas, creo que sería un plácido sitio para vivir.

Desde Angers se puede acceder en un par de horas a lugares como Saint-Malo -la ciudad de los piratas-, al célebre Mont Saint Michel, y a muchos otros enclaves del Valle del Loira, la Normandía y la Bretaña, a través de hermosas campiñas de exuberante verdor, sobre todo en esta época del año en que en la zona atlántica estalla la lujuriosa apoteosis de la primavera con colorido espectacular.

Es una visita recomendable para pasar varios días, en particular para españoles que vivan más arriba del Ebro, pues el viaje no llega a las 10 horas desde Barcelona, Zaragoza o Bilbao.

* Koke es mi mujer.

Fer

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